1.2.09

LA TIJA

Hoy murió la Tija, creo que acompaño mi vida como 3 años, como llegó a mi vida? pues resulta que no tenía mascota y en una ocasión probablemente sentí un poco de soledad y me encontré en el baño un grillo, de esos chafitas y sin chiste y pensé; "tu serás una buena mascota no me vas a dar pedos, vamos para tu nuevo hogar pepito" y que lo meto en una cajita vacía de chocolates, días después se le unió una parejita y ya eran 2 pepitos, en un hogar de aserrín, una piedra decorativa y un poquito de lechuga para eso del hambre, pa saber si eso comían pero por lo menos estuvieron conmigo como 2 semanas, hasta que les llevé una tercer compañia, me encontré en Cuernavaca un pinche cienpiés y yo dije cámara te llevo con los pepitos y madres!!! que se los traga el cabrón, y culero por que se los comió lentamente, se veía doloroso el asunto y yo sin poder hacer nada, pues ni modo de quitárselos de la pinche trompa, a parte me acababa de enterar que hay unos cienpiés bien venenosos, si les tenía cariño a los pepitos pero como que era mucho arriesgarle, la muerte rondando en la caja de ferrero rocher y chale como que para empezar no le agarré mucho cariño que digamos, ya hasta estaba pensando en su nombre, algo tiernito no sé; el zapatitos, el bubble gommers, alguna de las mamadas que de repente avientan mis neuronas, pero después de eso como que lo veía y decía ahí esta el hijo de la chingada, maldito seas asesino.

Pues mi Padre nada comunicativo le contó sobre mi nueva mascota; "el devorador de pepitos" a un compañero suyo del trabajo apodado El Mago (quien por cierto ya falleció, parece que era diabético y le tupía duro al chupe, hasta que reventó su higado o algo por el estilo, por lo menos no se lo tragó lentamente un pinche cienpiés gigante, que muerte tan culera) y que le dice órale que chido! siempre he querido un cienpiés, te lo cambio por un escorpión emperador, una tarántula o un dragón enano, resulta que el tipo tenía varias mascotas extrañas y mi Padre me propone el intercambio de mascotas con su compañero y yo con tal de desafanarme del maldito cienpatas de cabra, le digo vá! me late, dile que sí y nos vemos el viernes. Mi Madre se negaría rotundamente a alimentar un escorpión o una tarántula en caso de que yo no estuviera, si es que me le adelantaba a mi mascota, asi que por el propio bien de esta que me decido por el dragón enano, sepa la madre que era eso pero no sonaba tan atemorizante. Recuerdo que le pregunté al Mago y qué come y que me dice; grillos, ¡changos, también tú?! o también le puedes dar verduritas. Y que hacemos el cambio.

Mi Padre la bautizó como "La Tija", a mí no me gustaba mucho como nombre pero pues a final de cuentas el era como el padrino y le dí chance por única vez.

Llegó a su nuevo hogar, una pecera cortesía de mi novia que le quedaba como anillo al dedo, ni modo de meterla a la cajita de chocolates, y vivía feliz comiendo pepitos, le intenté dar alguna vez lechuga o papa pero como que no le gustaban las verduritas y pues ni modo de obligarla, y en ese aspecto pues no predico con el ejemplo jo, jo!, así que la consentí y nunca le cambié su rica dieta de pepitos.
Se veía muy contenta y cada més cambiaba de piel, cuando llegó tenía rota la puntita de su cola, pero en poco tiempo la recuperó, nunca me dió ninguna dificultad y hasta mi Madre le agarró cariño, al principio no le gustó por que decía que parecía como víbora, pero la convencí de que nuestras vecinas parecen más y las tenemos que aguantar no? y pos que me dá la razón.

En diciembre le compraba arena blanca y le ponía arbolito de navidad y muñeco de nieve, para que estuviera acorde, si sólo me faltó tejerle un suetercito, pero pus como que eso de bordar no se me dá.

Como se acostumbra uno a la compañia de una mascota, se adquiere una responsabilidad muy grande, a veces se le acababan los pepitos y ahi estaba yo, recorriendo media ciudad, buscando de +kota en +kota, en donde tuvieran pepitos, por que daba la casualidad que en todas las tiendas se acababan al mismo tiempo y llegaba a la tienda a preguntar; si tienen pepit... grillos?, no joven hasta el viernes, y la congoja de no poder llevar el alimento a mi Tija y cuando entraba al cuarto me veía desde su pecera y juro que con su mirada me preguntaba ¿ya voy a papear? y pues la pena de decirle; Tija aguantate tantito el hambre para el viernes o a poco quieres verduritas? no verdad? El viernes por supuesto se atascaba de pepitos.



Cuando regresé de mis vacaciones la noté como enferma, como desguanzada, débil o triste, pero pensé; ya se le pasará, lamentablemente no fue así, fué de mal en peor, cada vez se movía menos, hasta el día de hoy que decidió adelantarnos en el camino. Snif, snif, snif, ni hablar, así es esto, la saqué de su pecera y la dejé todo el día en mi restirador junto a la ventana para que le diera el sol y se pudiera ir en paz.

Regresando del trabajo le busqué una cajita que le sirviera de ataúd y la llevé a enterrar. Les regalé su libertad a los pepitos que alcanzaron a librar a la parca y en el mismo sitio cavé un hoyo profundo lejos de algún maldito gato hambriado. Ahora reposa junto a Casimiro, al pie de una bugambilia, así los visito a los 2 al mismo tiempo.




Apenas llevo unas pocas horas sin tu presencia y ya empiezo a extrañarte. TE QUIERO TIJA. Gracias por todo. Descansa en paz, algún día nos volveremos a ver. Prometo llevarte pepitos.

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