Celebración tan podrida, me fui con mi chiquis a ver las ofrendas en CU, los niños en la calle te piden su calaverita, mi chiquis juraba que ella no les había quitado su calaverita pero yo tengo mis dudas (es que es bien pinguis).
Le comentaba yo que ni modo de que fuéramos cargando unas bolsas de dulces para repartir a todos los diablitos, draculitas, calabacitas, calaquitas, brujitas, fantasmitas, chukis, zombies, frankinstaines, momias, lady gagas y demás bichos raros, a lo que mi chiquis respondió que los niños no querían dulces, querían dinero. ¿?
Aaaaaa laaaaaa chingada, en mis tiempos, se pedían dulces y éramos sumamente felices cuando nos daban dulces, no faltaba la vecina solterona que te daba frutas (esa mamada que?) y alguno que otro si te daba dinero; el cual era canjeado al momento por dulces en la tiendita de la esquina.
Dar dinero le quita todo lo bonito al asunto, seguro juntan lo suficiente para llevar a cenar a sus papas. Ya me encabroné otra vez y ya se me quitaron las ganas de escribir y ya me dio sueño.
La muerte llegó entonces,
y siempre con mucho tino,
se llevo algunos changuiños,
en este día tan aburrido
y no obstante de su cansancio
y aún con tedio y delirio,
pensó: ¿Con quién arranco?
Quién quiere venir conmigo?
Esto de llevarme a todos
está de al puro tiro,
y ya que andas por aquí,
tú también vienes Casimiro.
A pesar de que la Mente Culera,
bien que se estaba escondiendo,
que le cae la flaca tilica
y se la lleva corriendo.
En esas andaba el pobre Félix
que al fin contaría su chiste,
emocionado con tal oportunidad,
llego la pelona y le dice,
me acompañas al más allá,
y como andas cojeando,
yo te puedo cargar.
Y la Mente Buena Onda,
que por fin estaba escribiendo,
Le dijo la parca maldita,
vente conmigo al infierno.
Y aunque el Hombre Rara Criatura diga,
que a este su blog adora,
esta noche con la catrina,
se lo carga la reata voladora.
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