Lo reconozco, jamás lo negaré.
Sufro de un grave trastorno psicológico que me hace ver atractiva la basura de mis vecinos y ahora también la de los vecinos ajenos.
Apenas hace algunas horas en este sitio:
Se encontraba un lindo trozo de palmera, cortado en rodaja precisa.
-Por que se encontraba ahí?
-Quien lo abandonó?
-A quien le dejó de importar su bienestar físico?
-En qué momento pensaron que dejarlo en la intemperie era seguro?
Y yo por supuesto pensé: Yo quiero ese tronquito.
Ahora viene lo rudo del asunto.
Regularmente cuando me llevo la basura de mis vecinos a mi casa no siento culpas, pues es basura no? Se supone que no lo querían, si lo tiraron fue porque ya no requerían de ese algo no? Y si estas curiosas actividades las hago regularmente de noche es simplemente porque me da pena que mis vecinos sepan de mis actividades más perturbadoras. Aun no estoy listo para que el mundo conozca al monstruo que soy. (Pero pronto lo estaré)
Con mi nueva adquisición la cosa fue distinta. Mi chica alegaba que el tronquito no era basura, que el tronquito era de los vecinos de la casa con reja verdeagua y que simplemente lo habían dejado afuera para dejarlo secar ya que adentro no le daba el sol o tal vez estaba apoyado en ese pedazo de árbol muerto a modo del banco de la abuela y que el llevármelo significaba realmente un robo, motivo por el cual se pospuso su traslado del primer día en que lo vi y lo deseé hasta el quinto día en el que me lo llevé, pasando por supuesto por varias visitas, una para sopesarlo solamente, otra para verificar que siguiera ahí, una más; nocturna, para constatar que no le metieran en la noche.
Hasta el día D, en el que pasada la medianoche y al canto de los búhos estacioné mi auto frente de él, abrí la puerta lateral trasera, salí del auto, me dirigí a él lo cargué y lo deposité en el asiento trasero del webmaster. Y salí huyendo de ahí, sintiéndome un barato ladrón. Y sintiendo que me perseguía la reata voladora. El que mi nena no me acompañara en la travesía argumentando miedos del tipo; vecinos linchadores y hartos de la inseguridá, visitas conyugales a prisión y torturas medievales relacionadas con los ojos y los pieses, pues como que me daba medio mello.
Pero pudo más el deseo de tener al tronquito, tan chulo él, aunque debo de reconocer que a la mera hora las cosas me querían salir medio mal, primero no sé si fueron los nervios pero en la visita de sopeso lo sentí ligerito, en balance con su tamaño claro, a la mera hora de cargarlo sentí que pesaba un yunque y que se me caería a los pies, rompiéndolos por supuesto y frustrando toda la misión. Torpemente lo subí al webmaster y no me puse el cinturón de seguridad ni prendí las luces, por lo que a punto estuve de topar con una patrulla que seguramente al inspeccionarme y echar la luz de la lámpara al asiento trasero y ver al secuestrado tronquito, entendería mi crimen y de ahí pal torito. Pero pos no fue así. Todo salió conforme lo planeado.
Ahora es mío y tengo grandes planes para él. Tal vez lo convierta en mesa ratona, en maceta para un bonsái o en tabla para picar carnitas.
Sin embargo y a pesar de mi felicidad de poseerlo pues no me deja de remorder la conciencia, no dejo de pensar en que tal vez el tronquito si tenía dueño, de que tal vez si lo querían, de que tal vez sus familiares están desconsolados y extrañándolo enormemente y eso me pone muy, pero que muy triste. Pero no tanto como para regresarlo. A menos que me lo pidan.
Si tú eras el dueño del tronquito y lo quieres de regreso, favor de ponerte en contacto conmigo, estoy dispuesto a regresarlo pagando su respectivo rescate por supuesto.
P.D. La práctica hace al maestro, esta misión ha modificado y perfeccionado varios puntos del plan maestro para mi gran hurto. Uno de mis grandes sueños. Hoy tronquito, mañana Calendario Azteca.